Me despido de ti 2019. No sin antes darte las gracias por todo lo que me has brindado. Un año, cuanto menos, revelador.
Ha sido un año que he perdido tanto como he ganado.
Que me ha transformado tanto como me ha paralizado.
Que me ha hecho tan feliz como desdichada.... Pero sí.
Un año que me ha tocado ser valiente. Mirar a la cara a los problemas y resolverlos con todo el amor que llevo dentro de mí. Con todo el amor que soy. Esa ha sido mi arma, mi escudo y mi bandera. Y puedo decir que soy sinceramente feliz.
Ha sido un año de cambios profundos. Unos cambios de creencias, patrones o hábitos muy arraigados a mí. Se han transformado por otros que siempre me habían sido mucho más afines y a los que siempre había rehusado: por miedo, por desconocimiento y por el “qué dirán”....
Puto año de locura que me he regalado.
Un año de saber valorarme, de quererme muy mucho y de compartir mi yo con quienes han sabido valorarlo.
GRACIAS. 🙏🏻
¿Pero qué de especial me ha dejado este año?
He recuperado una amistad muy valiosa.
Me han flasheado unos ojos.
He suspirado de placer bailando.
He reído hasta estallar.
He jugado a diario.
He llorado acompañada.
He llorado sola.
He caído pero me he levantado.
He superado el obstáculo.
He escogido seguir adelante siempre.
He aparcado el correr para lanzarme a bailar.
Me he permitido sentir, vivir sin esperar nada.
He conseguido disfrutar sin metas y objetivos.
He conseguido mirarme y verme preciosa con mis ojos.
Me ha gustado sentir mi voz en ese audio y no he sentido vergüenza.
He aprendido a quererme y a apreciar mis defectos.
Me he sentido orgullosa de quien soy y también de quienes son ellos.
Me he enamorado de mi familia de nuevo.
Me he quedado prendada de mi Rumba otra vez.
Me he enamorado de la aventura, del no saber qué vendrá.
He vuelto a confiar en amigas y en los hombres.
Me he abierto en canal.
Y SÍ, me han traicionado.
Pero he perdonado, sobre todo, a mí misma.
Me han flasheado unos ojos.
He suspirado de placer bailando.
He reído hasta estallar.
He jugado a diario.
He llorado acompañada.
He llorado sola.
He caído pero me he levantado.
He superado el obstáculo.
He escogido seguir adelante siempre.
He aparcado el correr para lanzarme a bailar.
Me he permitido sentir, vivir sin esperar nada.
He conseguido disfrutar sin metas y objetivos.
He conseguido mirarme y verme preciosa con mis ojos.
Me ha gustado sentir mi voz en ese audio y no he sentido vergüenza.
He aprendido a quererme y a apreciar mis defectos.
Me he sentido orgullosa de quien soy y también de quienes son ellos.
Me he enamorado de mi familia de nuevo.
Me he quedado prendada de mi Rumba otra vez.
Me he enamorado de la aventura, del no saber qué vendrá.
He vuelto a confiar en amigas y en los hombres.
Me he abierto en canal.
Y SÍ, me han traicionado.
Pero he perdonado, sobre todo, a mí misma.
Esa es la vida.
Mi vida.
Una experiencia profunda que te transforma, que te acoge que te equilibra; pero por encima de todo te desespera y te hace sentir vulnerable.
Pero así es la vida y aunque dé miedo la vivo con los brazos abiertos y confiando en que lo siguiente que viene es porque tiene que venir y sí, es para mí.
Me quiero y la quiero.
Así que, por favor 2020 compórtate que el 2019 ha dejado el listón altísimo.
¡Te reto!
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