21 feb 2019

MICRO-RELATO: EN EL AUTOBÚS I


Victor la miró a los ojos y supo que jamás sería suya. Pero no pudo evitar sentarse a su lado en aquel autobús, como tampoco pudo evitar seguir haciéndolo cada día durante años. La veía sonreír, llorar, dormir. La veía hablando por el móvil, leer e incluso escuchar música. Un día con pelo corto, pelo largo, luciendo faldas, pantalones... Nunca la dijo más que un "Hola" o un "Buenos días". Jamás se atrevió a conocerla aunque con el tiempo, tras observarla a diario en esos 30 minutos de trayecto la llegó a amar como si fuera suya.


Victor se maldijo, cada día de su vida por ser un cobarde, por no tener fuerza y no invitarla a cenar algún día.

Pasaban los días y aquello que más temía se hizo realidad. Un día no pudo sentarse a su lado. Alguien había ocupado el lugar, un chico, muy parecido a él, le había robado el sitio. Alguien más valiente, más fuerte y con más "pelotas". El desconocido la pasó la mano por los hombros y la besó. Al momento un dolor inundó sus entrañas, su corazón se rompió en mil trozos. Apartó la mirada y siguió allí sentado.

Tras algunos meses de ese suceso, Victor seguía tomando el mismo bus, cada día, con la esperanza de que un día volviera a estar sola y entonces él sería quién la besara.

Pasaron algunos años y la chica dejó de coger el bus. Victor estaba desesperado. No podía perder su pista así, como si nada. No daba crédito a lo que estaba sucediendo. Pese a todo siguió cogiendo cada día el bus, solo. Pero cada día era como un puñal que se clavaba profundamente dentro de su corazón, cada día su ausencia lo hacía sentirse más triste, perdido y solo. Y cuando no la veía se repetía: "Un día menos sin ti". Su corazón le decía que pronto volvería a verla.

Un lunes, tras casi más de un año sin verla, ella volvió a aparecer. Llevaba un bebé entre sus brazos y seguía tan hermosa como la recordaba, tan tierna y sensual, más aún pues desprendía tantísimo amor tras pasar por la feliz etapa de la maternidad que estaba más enamorado de ella.

Y recuperó la esperanza y las ganas de seguir viviendo, sólo para volver a ver a esa extraña a la que amaba de nuevo sentada junto a él en el autobús.


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