17 feb 2020

CARTA A MI QUERIDA AMIGA


Querida amiga, 

La vida te ha tratado mal. Lo sé. 
Muchos de tus sueños se vieron truncados y la energía universal te azotó tan fuerte que apenas viste los destellos de luz en cada cosa que sucedía en tu vida. 
Te hundiste. 
Te hundiste mil veces por abrir el corazón, por ser así, tan hipersensible, tan amorosa, tan emocional... 
El destino se rio de ti y te hizo caer. 
Caíste tan profundamente que apenas tus heridas curaban cuando de nuevo la vida volvía a sacudirte. 


Tuviste que lidiar 1000 batallas, algunas te sirvieron para volverte más fuerte y te ayudaron a crecer y otras... Otras aún te pesan en el alma y vas cargando con ellas, cual alma taciturna y desorientada... Y no encuentras la luz. No ves tu luz, aquella que yo sí veo y brilla más que 100.000 luceros. 

Y lo que no sabes es cuan favorecidamente enorme te ha hecho la vida. 
Cuan tremendamente sabia y tan fervientemente amorosa esas desdichas han hecho de ti. 

Eres una mujer fuerte, valiente, poderosa. 
Eres una madre compasiva y llena de amor. 
Eres una amiga paciente, divertida y empáticamente amorosa. 
Me cobijas en tu luz y me mimas, me animas a seguir siendo yo, cuando ni yo misma sé serlo. 
Me miras a los ojos y eres sincera. 
Me criticas cuando hay que hacerlo, me llevas la contraria cuando lo crees conveniente y me abrazas cuando más lo necesito. 
No pensamos igual, no vemos la vida igual pero pese a todo nuestras visiones, al igual que nuestros corazones se complementan. 
Yo te salvo y tu me salvas. 
Nos salvamos con palabras dulces, con mensajes matutinos y sonrisas, abrazos y momentos divertidos, muy nuestros. 
Nos reseteamos con miradas, compartimos canciones que nos energizan y sobre todo, nos escogimos para hacer este trozo del camino juntas. 

Estuvimos separadas pero la vida nos ha vuelto a dar la alegría de unirnos. 
Unirnos para seguir siendo luceros, para seguir brillando a cada paso y así, con fuerza, endereza y poderío seguir este maravilloso camino que es la vida. 
Caminando, corriendo, bailando pero siempre en movimiento. Aunque a veces nos paremos a llorar, a sentir, nos resbalemos y caigamos en pozo infinitos... 
Tu luz me cobija, nuestra luz nos da la llave de la salida de cualquier túnel, de cualquier pozo, de cualquier bucle... 

Así que amiga mía, no estés más triste. 
Hoy nos toca aprender de la vida pero también disfrutar porque cada mal momento que vivimos, cuando lo compartimos se transforma en la dicha inigualable que une nuestros corazones, los transforma, los vuelve más fuertes y nos recuerda que aquí estamos, juntas para seguir brillando e irradiando luz por doquier. 

Y al final, iluminar no sólo tu vida y la mía sino la de otros cientos de luceros que se perdieron y buscan de nuevo la luz que les guíe para el camino de vuelta a casa. 

Porque recuerda, amiga mía, todo esto es para volver a casa y ser felices para siempre en el amor infinito querida.

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